Yo creo en la fé
de esa madre africana
que se desprende de su hijo
al otro lado de la alambrada.
No creo en el dañino que conquista los campos verdes
con las redes de la irresponsabilidad
cortando alas a su procreación
sin percibir la mirada inocente
de sus víctimas.
Creo en aquel que sobrevive
de las sobras humanas
Y duerme con el frio
en el portal de las estrellas.
No creo en el que vive
con medio siglo en la joroba,
a costa de la senectud
sin importarle el dolor
del alma de una madre.
Yo, creo en el que se derrumba de miedo
Y se levanta con valentía.
No creo en los egoístas
que arrancan los cimientos del alma
para querer y creer construír
pirámides en arenas movedizas.
Yo creo en aquellos que se saben pálidos
Y siguen sonriéndole a la esperanza.
No creo en ese que se queja
de injusticia humana
Y es el más verdugo
de los depredadores.
Yo creo en el llanto del desamor
porque es el camino al amor.
No creo en el que hace llorar a una mujer,
sin motivos, y se bebe su voluntad
para calmar la sed de su ego.
Yo creo en el niño que se dilata
cuando su inocencia es escuchada.
No creo en aquel que dice escuchar
Y la voz de los saludables
no traspasa sus oídos
porque los tiene llenos de pelos añejos
Y de arena de su propio desierto.
Yo creo en el que crea
Y no habla de lo que crea.
No creo en el “ilusionista”,
“el fanfarrón” de su magia
que la utiliza fumársela al sol.
Yo creo en el miedo a competir,
No en la la seguridad de ganar.
No creo en el “parlanchín de pacotilla”
que alardea de honor
Y deshonra con su conducta
a la humildad y a la pureza.
Yo creo en la poesía.
No creo en los románticos
que usan los principios,
Las ideas, la formación
de los sanos de corazón
para calmar su egocentrismo
con el que ganar quiere.
Yo creo en el universo...
No creo en los que presumen
de caminar por el firmamento
abrazando estrellas
en cualquier vía láctea
Y está escondido
en su propio agujero negro
arropado por su propia hipocresía.
Yo creo en la libertad de mostrarse
con permiso y sin perjuicios.
No creo en el hombre "Don nadie"
que culpa a la confianza con desconfianza
porque no es de confiar.
Yo creo en la palabra sensata
de los humildes de corazón.
No creo en el prepotente que promete la luna
Y no alcanza a verla.
Yo creo en el que da de lo que tiene
no de lo que le sobra;
payaso que tiene nombre,
número, come y duerme feliz en su circo
Y que en vez de sacar sonrisas a las mariposas,
Que lo decoran ,volando a su alrededor,
le saca lágrimas, sollozos
destrozando su noble vuelo.
Yo creo en la tierra que no es nuestra
Porque nosotros somos de ella.
No creo en el que trata a la mujer(tierra) como un objeto
porque conlleva una vagina.
Yo creo en el respeto a cualquier vida
Y en la vida que respeta.
No creo en el maltratador de psiquis
que rasura cabezas,corazones,almas,
dejando huérfanos de sentimientos
A todo lo que toca.
Creo en el himno del alma
que es rumor de playas
Y que cuando besa
dibuja en unos labios versos y liras.
No creo en el que señala con el dedo
Al ladron,al condenado
Y no siente sus manos afeitadas
en su propio cuello;
Sus manos de izador de guante blanco.
Yo quiero creer en las leyes de los hombres
pero no condenan al que mata al amor.
Porque creo y no creo hago un llamamiento
a ustedes los comprensivos,los entendidos
Y que Dios o el tiempo
Ponga a los creyentes y agnósticos en su lugar.
Mientras yo,me voy a ser feliz.
Antonia Ceada Acevedo