Antonia Ceada Acevedo

Creo y no creo

Yo creo en la fé

de esa madre africana

que se desprende de su hijo

al otro lado de la alambrada.

No creo en el dañino que conquista los campos verdes

con las redes de la irresponsabilidad

cortando alas a su procreación

sin percibir la mirada inocente

de sus víctimas.

Creo en aquel que sobrevive

de las sobras humanas

Y duerme con el frio

en el portal de las estrellas.

No creo en el que vive

con medio siglo en la joroba,

a costa de la senectud

sin importarle el dolor

del alma de una madre.

Yo, creo en el que se derrumba de miedo

Y se levanta con valentía.

No creo en los egoístas

que arrancan los cimientos del alma

para querer y creer construír

pirámides en arenas movedizas.

Yo creo en aquellos que se saben pálidos

Y siguen sonriéndole a la esperanza.

No creo en ese que se queja

de injusticia humana

Y es el más  verdugo

de los depredadores.

Yo creo en el llanto del desamor

porque es el camino al amor.

No creo en el que hace llorar a una mujer,

sin motivos, y se bebe su voluntad

para calmar la sed de su ego.

Yo creo en el niño  que se dilata

cuando su inocencia es escuchada.

No creo en aquel que dice escuchar

Y la voz de los saludables

no traspasa sus oídos

porque los tiene llenos de pelos añejos

Y de arena de su propio desierto.

Yo creo en el que crea

Y no habla de lo que crea.

No creo en el “ilusionista”,

“el fanfarrón” de su magia

que la  utiliza  fumársela al sol.

Yo creo en el miedo a competir,

No en la la seguridad de ganar.

No creo en el “parlanchín de pacotilla”

que alardea de honor

Y deshonra con su conducta

a la humildad y a la pureza.

Yo creo en la poesía.

No creo en los románticos

que usan los principios,

Las ideas, la formación

de los sanos de corazón

para calmar su egocentrismo

con el que ganar quiere.

Yo creo en el universo...

No creo en los que presumen

de caminar por el firmamento

abrazando estrellas

en cualquier vía láctea

Y está escondido

en su propio agujero negro

arropado por su propia hipocresía.

Yo creo en la libertad de mostrarse

con permiso y sin perjuicios.

No creo en el hombre "Don nadie"

que culpa a la confianza con desconfianza

porque no es de confiar.

Yo creo en la palabra sensata

de los humildes de corazón.

No creo en el prepotente que promete  la luna

Y no alcanza a verla.

Yo creo en el que da de lo que tiene

no de lo que le sobra;

 payaso que tiene nombre,

número, come y duerme feliz en su circo

Y que en vez de sacar sonrisas a las mariposas,

Que lo decoran ,volando a su alrededor,

le saca lágrimas, sollozos

destrozando su noble vuelo.

Yo creo en la tierra que no es nuestra

Porque nosotros somos de ella.

No creo en el que trata a la mujer(tierra) como un objeto

porque conlleva una vagina.

Yo creo en el respeto a cualquier vida

Y en la vida que respeta.

No creo en el maltratador de psiquis

que rasura cabezas,corazones,almas,

dejando huérfanos de sentimientos

A todo lo que toca.

Creo en el himno del alma

que es rumor de playas

Y que cuando besa

dibuja  en unos labios versos y liras.

No creo  en el que señala con el dedo

Al ladron,al condenado

Y no siente sus manos afeitadas

en su propio cuello;

Sus manos de izador de guante blanco.

Yo quiero creer en las leyes de los hombres

pero no condenan al que mata al amor.

Porque creo y no creo hago un llamamiento

a ustedes los comprensivos,los entendidos

Y que Dios o el tiempo

Ponga a los creyentes y agnósticos en su lugar.

Mientras yo,me voy a ser feliz.

 

Antonia Ceada Acevedo