Se quedó tu silencio en mi silencio,
prisionero igual que tu recuerdo…
¿Acaso crees que de ti no me acuerdo?
¡Nunca, pero nunca, te he dejado en el olvido!
Contemplando este paisaje yo he vivido,
de los días que pasamos… tiempos idos,
de aquellas noches de eterno plenilunio
cuando el amor nos llegó un mes de junio.
En tus brazos me tomabas amoroso,
muy suave me acercabas, tembloroso,
con el roce de tu piel yo vibraba
y mi alma por ti convulsionaba.
Me decías con voz cálida y serena,
susurrando palabras en mi oído,
quiero que termine esta condena...
no quiero dejarte en el olvido.
Son tan bellos los momentos que vivimos,
quisiera eternizarlos en el tiempo,
como se eterniza la sonrisa de Mona Lisa,
plasmada por Da Vinci en su lienzo.
Y vi un asomo de tristeza en tu mirada,
por tu mejilla una lágrima rodaba,
presurosa por caer se deslizaba,
con un beso de amor yo la secaba.
Y sentí una ternura infinita,
una angustia me anudaba la garganta,
me sentía como gaviota, pequeñita,
perdida en alto vuelo en la galaxia.
Y vi correr las horas muy de prisa
con mi cabello azotado por la brisa,
no quería dejarte vida mía,
no quería dejarte a la deriva.
¡Sabía, que tu amor ya no tendría!
¡Sabía, que mi amor te llevarías!
Sabía, que pronto moriría...
mi alma sangraba por la herida.
Y sentí eterna esta agonía,
sin tu presencia...si tu compañía,
la vida se me iba lentamente
y viajé de la mano con la muerte.
Felina