Cuando el devenir de un pueblo se arrastra por entre los sentimientos de parias que fungen como defensores y avalan el dolor como medida para conseguir don, la tristeza aflora a borbollones y hay que decir así.
PATRIA MIA
Qué triste es ver la patria mía,
Bañada en sangre de inocentes,
Arrastrarse en medio de serpientes.
Dicen que es en mi defensa,
Que actúan como fieras esparcidos,
Como lodo que llueve de los cielos,
Jauría de parias mal venidos.
No hay razón, no hay motivos,
No la tienen, ni los unos ni los otros,
Esbirros que pueblan los baldíos,
Arrasando flores y cambiando por
Gemidos,
Llevando en sus hombros los pecados,
Vociferándolos en discursos ya perdidos.
Ideologías malditas que nacieron,
Socavones de carbón fundido,
No producen luces ni rocío,
Solo estiércol con veneno frio,
Para hacer esa maldita hazaña,
De cerrarle a todos las pestañas.
Justicia y verdad no existen,
El rio de su cauce se a desviado;
Valores humanos se esfumaron,
Chaul éter que se llevó el viento,
Acompañado de todo sentimiento,
Para cambiar por muerte en el silencio.
Perros rastreros del infierno,
Qué más quieren de este pueblo enfermo;
Que a pesar de este fatal tormento,
Brilla en todo el firmamento,
Luchando con honor sin armamento,
Para hacer de su patria otro momento.
La muerte ronda por doquier,
El bravucón contento en su guarida,
Llevando esa vida mal parida;
Formando en su entorno monumentos,
De asombro dolor y de tormentos,
Que roen, como ratas que están adentro.
No hay ideas no hay rumbo,
Solo el dinero es el objetivo,
Balas de rifles sin destino,
Buscando tras muertes asesinos,
Haciendo una patria desgraciada,
Llenándola de hijos que en manada,
Lloran por solo haber nacido.
I.
Los buenos se callan en camadas,
Cual borregos que engordan para la cría,
No alzan voces ni responden nada;
Sombras negras por detrás producen,
Manchando así la historia esperada,
De un pueblo que perdió por nada.
Los humanos cuando nacen lloran,
En señal de una nueva vida,
En mi patria ríen al nacer,
Saben el mundo que les espera,
La metra que les dará tetero,
El cañón que suena en la pradera.
Donde están los hombres de verdad,
Donde están las madres con sentido,
Que no luchan por la paz, es un deber,
Para hacer una patria soñadora,
Donde lloren los niños al nacer.
Sentimientos de dolor pululan,
Hay espinas regadas por doquier,
No hay amor no hay virtudes,
Se vive en vicisitudes frías.
Ladran los perros de cajón,
Anunciando sus propias porquerías.
La sangre derramada llora,
Lagrimas de perlas negras,
Odiando el sentimiento muerto,
Rufianes que yacen en su suelo,
Completando así el desconsuelo,
De hombres que al nacer se rieron.
Se quedaron perdidas en la sombra,
Las almas de los que no hacen nadan,
Para vivir la vida desgraciada,
Abandonando su misión sublime,
Desperdiciando el viaje a este mundo,
Sin llevarse nada, a su última morada.
Si mi fuerza diera para tomar la espada,
Yo no lo haría pues de mi no esperen,
Que por venganza derrame yo la sangre.
De despiadados lobos de la nada,
Solo espero que la razón sea usada.
Para callar el cañón en la cañada.
No es cobrando por lo que no hay paga.
Que se acaba esta guerra desdichada,
Afluentes de justica broten,
En el hombre que se equivoco ayer,
Para oír en un el futuro cercano,
Los niños llorando al nacer.