Quiero morir con dignidad, solo bajo de un puente,
y no rodeado de maldad de la de tanta gente;
que me acompañen los perros y animales que realengan,
eso sería mejor, que mucha gente perversa.
Sólo he vivido la vida, tratando de comprenderla,
y a quién he brindado amor, me ha salido sinvergüenza,
ya me cansé de todo, porque no valió la pena,
que yo sembrara en todos y nunca obtuve cosecha.
Quizás el tiempo me diga, que mi semilla fue buena,
pero el suelo poco fértil por lo malo de su tierra;
y por más que lo traté regándolo con abono,
hoy se queda el sitio aquel, como el dueño, triste y solo.
Las penas que me atormentan al ver que nada logré,
como nada cultivé se burlan de mi tal vez;
pero yo y mi frente en alto sigo el paso hacía adelante,
con un poco de cansancio y menos fuerzas que antes.
Adiós algún día diré, a este suelo que sembraba,
quizás después reproduzca alguna semilla mala;
mientras mi cuerpo descanse viendo avanzar la corriente,
a las orillas de un río, solo, esperando la muerte.
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José Miguel (chemiguel) Pérez Amézquita