Creció a mi lado y me ciñó a su cetro
y me enlazaba el alma en su redil de encuentros
me colocó unas alas para volar con ella
y el aire fue mi casa y el espacio mi lecho.
El rocío mi sangre, el pólen mi alimento.
Al descubrirme tarde no fue tarde mi tiempo
fui mi propio testigo de mi desnudo intento
y me entregué en los índigos azules de los retos.