Cuando se acaba un amor es como una flor cuando se marchita, se muere y no quedan en ella recuerdos de su época de belleza radiante. Cuando tienes un amor es así, como una flor, te brinda su belleza, su color, su esencia y está ahí... hermosa para ti, pidiendo muy poco a cambio. El amor es generoso, una flor también lo es. Cuando un amor muere muchas veces no sabe por qué murió y una flor tampoco...
Cuando se acaba un amor es como una noche que se hace infinita, no hay amanecer, no hay más claridad, no hay luz... sólo oscuridad que parece hacerse perenne con el pasar del tiempo. Ni siquiera hay luna porque cuando es luna nueva, la luna no está. Igual el amor, cuando muere deja de ser, deja de estar y en las almas donde habitaba ya no amanece...
Cuando se acaba un amor es hora de pasar la página, pero qué difícil es pasarla cuando sentimos que todas las páginas que siguen están en blanco. Así se queda un amor que muere... en blanco, sin contenido, con un vacío terrible, como si nunca en él se hubiese escrito algo u otra palabra que no fuera “adiós”...
Cuando se acaba un amor muere el protagonista principal de una historia y esa historia pierde sentido, porque ese protagonista era la columna vertebral de todo y al faltar sólo hay derrumbes y escombros, mucha desolación, porque la historia que se escribía estaba escrita con lágrimas de emoción y ahora esas lágrimas salen del alma, porque el protagonista vivía allí... y ya no está.
Cuando se acaba un amor se terminan los sueños, es que sientes que ya ni a soñar tienes derecho. Cuando no recuerdas lo que soñaste sientes que simplemente no hubo sueños, que tu arco iris de colores ahora es en blanco y negro y que al despertar no habrá nada que recordar porque el lugar donde estaban los sueños, ahora está vacío.
Cuando se muere un amor deja de ser lo que era y llegas a creer que nunca fue...