Desde el día en que te conocí
nunca pude arrancarte de mi mente,
te adueñaste de mis deseos, sueños y anhelos,
robaste mi tesoro, sin pedir permiso.
Llenaste mi vacio, con cada gota de tu amor
inundaste mi alma, con tu preciada atención
cambiando completamente mi vida.
El otro yo murió al ser poseído por tu encanto,
me aceptaste en tu corazón y fui feliz.
Empece a amarte ciegamente, viviendo al máximo el presente, y soñando con un futuro mejor.
Quiero vivir contigo eternamente, pero hay muy mala gente,
que quieren matar nuestro amor.
A una sola cosa le temo en la vida, que es morir con una profunda herida, del propio miedo a perderte.
Si ese día ha de llegar, mi vida habrá de terminar, porque moriré de dolor.