Traigo, por fin, las alas
rasgadas, cenicientas.
Ángel otrora, el hado
venció mi resistencia
y al abismo arrojome.
Dolor es lo que traigo,
y furia, y sufrimiento
eterno, y, sin embargo,
placer, mas tan oscuro,
que es tu eterno tormento...
Ya no puedo salvarme.
Lo sé. Ya no lo anhelo.
Quiero desposeerme, hacer lo mismo
con tu cuerpo, tu alma, desprenderte
de aquello que te ata...
Muerte
es lo que traigo.
Destrucción de la luz,
la luz que viola
los rincones oscuros de la mente.
Sirena encadenada,
sierva eterna de Hades,
le cantaré a la muerte,
con las alas perdidas,
desde el abismo eterno en que te encuentro.
Eterna tejedora, y hechicera.
Te traigo mi veneno, solamente,
la eterna rendición a los instintos,
y el beso de la muerte.
Solamente.