En aquel valle de color a esperanza,
Vera bella, con su cuerpo desnudo,
Acercó su mano a mi rostro.
Con la suave caricia del viento
Sembró en mi corazón la ilusión,
De un amor eterno,
Mi corazón palpitó al ritmo de mi respiración,
Uniéndose en un solo son.
Mis parpados se cerraron un momento.
Mis labios se abrieron sedientos.
Y al despertar de mi sueño
Me rodeaba el envejecimiento.
Vera bella no era más que el
Fantasma del tiempo.