hondo de mi ser,
a mi ciudad natal.
Cuanta tristeza se palpa
en las calles,
al ver con nostalgia,
el desazón que
producen las soledades
concurridas.
Mañana,
de gentes que no
traslucen sentimientos,
indiferencia hacia
los semejantes.
Pletóricos de alegría
plástica,
se maquillan de
hipocresía,
para salir de sus
hogares,
para convivir
a medias.
Calles sucias,
tanta nostalgia,
tanta extrañeza,
por un “buenos días”
por un “¿cómo le va?”,
por un “buenas noches”
y por un cálido
“hasta mañana”.
Fantasía y añoranza
por las esquinas
de tertulia con café.
Las sillas frente
a sus casas,
bien conservadas
pero viejas,
dejando entrever
por una rendija de
la puerta,
a la familia haciendo
el resumen del día,
entre risas y cena,
compartiendo alegría
y tristezas cotidianas.
Cuanta falta me hacen
los pasados de mi
vieja ciudad,
cuanta alegría ya
olvidada,
por no tener
de vuelta,
a mi vieja ciudad.
Reservados todos los derechos de autor:
Carlos Dos Santos Daniel