Cuento un cuerpo, una vida,
acércate pues vida mía,
mira que te lo cuento,
tras este puente,
fronterizo y cercano
que la libertad lo esconde
no en quimera de pasiones.
Enardecidos quedan mis labios
en un estigma de exaltaciones,
abre mi boca, ¿no ves que aún respiro?
muerde mi olor y lascivia
deja la ofensa y agravio,
deja el chantaje,
¡deja!
Mira que muerdo tu beso,
cuando siento tu rostro, un gemido,
tras aquel puente lejano yace perdido,
entre las rosadas plumas,
la libre emoción que un día robé,
en aquel, mi lugar, tu lugar, conmigo.