No reclamaré a tu piedad ni un solo instante,
si los segundos ya danzan al azar del infinito
partirás sin razón como atractivo navegante
y si vuelves, descubrirás que feliz aún existo.
Hambriento se resistirá el amor a la derrota
no habrá fuerza para retar perdida la batalla,
para qué seguir saboreando un vino a gotas
si sediento el corazón serpentea las murallas.
Tu frío volcán ya no besa mi cielo con su lava
y mi mano desdeñada del apretón y la caricia
empuñando la espina que un llanto alimentaba
se rinde a seguir ungiendo en rosas la sevicia.
¿Ves?... seguimos vivos, cada uno a su manera
y arenosos los ríos no estallarán nuestras venas
pero aplaudo te vayas, si no me amas de veras.
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Propiedad intelectual Lucero Moscoso