La Mujer de abril es como la primavera/ una estación periódica, pero única e irrepetible/ que cada vez que te visita/ tiene un nombre y una cara diferente, con sonrisa de mujer/. Como la estación/ produce en ti un momento de ímpetu y eclosión/ luego de su mirada furtiva o el olor de su cabellera al viento/ ella te inquieta/ pues, con ella te encuentras/al borde de las pupilas/ Es la Mujer de abril apenas el roce del deseo/ ese preámbulo de placer que se siente/ ante la incertidumbre de lo inasible/ es ese galope en tu sien/ el hálito acelerado y entrecortado/ ese sentimiento que te reconoce y reivindica/ en tu naturaleza y tu ser/ Es esa movida interior/que te descubre como barco oxidado/ en la nostalgia de lo que nunca fue/ esa ilusión de lo que no será/ Es el paso al que quieres seguirle el paso/ Pero que finalmente no te atreves/ La Mujer de abril/ es la que desbalanza tu balanza/ entre la comodidad y la inseguridad/ es el estornudo de polen versus la siembra plantada/ es despertar de nuevo/ aunque prefieras dormitar hipotecado/ por cualquier cosa a la que llames felicidad/ aún sabiendo que ella es tu felicidad/ Es la paradoja del filo de las cosas/ es un instante y un nunca jamás/ La Mujer de abril no tiene edad/ puede tener la piel turgente/ el sexo incansable/y desordenadas las sábanas/ o un rostro viajado en el tiempo/ una palabra conmovedora/y una cama sentida/ que te muestre tu propio corazón y te robe el alma/ La mujer de abril es efímera, fugaz, estacional/ una reincidente habitual/ el sueño que habita en la fantasía de los sueños/ porque tu temor la hace inmaterial/ Lo que nunca sabes ni sabrás/ es que esa mujer de abril quiere ser primavera/ otoño, invierno y verano/ Lo que nunca sabes ni sabrás/ es que a esa mujer de abril/ la dejas siempre en la espera/ en cualquier estación/ dándose a ti en cuerpo y alma/ para dejar de ser estío.
Emilia