Shalom Ferrin
El letargo de la Luna
Renueva el oro blanco expedido por la belleza de tus caricias en mi pecho. Revive el aire que no me deja respirar para que muera asfixiada entre la dicha de tu aliento. Blanquea mi alma, purifícala de los ácidos infernales de que me inyectan el exahustivo mundo. Bésame entre letargos eternos que pronuncien la llegada de nuestra muerte.
Así acaece la noche y despeja una luna llena con el semblante de una sonrisa poética dibujada en la portada del cielo. Al fondo unos pequeños tocados parecidos a botones de láminas luminosas y hay también, llevados por los golpes de las espátulas del viento, rayos solares que desde su imposible ausencia provocan una cálida lágrima a su nocturna aurora... la que tiene otro amante... que es un lobo... que le susurra versos... que le recuerdan su tristeza.
Es ese velo de noche espantosa el que conmueve a la luna a su gran curiosidad en mi ventana; el que tiene mi alma sumergida en frívolos recuerdos que, de nuevo no puedo respirar. Shalom Ferrin