En el décimo quinto piso
de una ciudad de cemento,
se ha librado una batalla
tan rara que ya les cuento.
Ella de cuatro décadas,
envuelta en un tul cuzqueño
transparente como cristales
de las ventanas del sueño.
El octogenario entero
ha encontrado la medalla
que condecorará su alma
en tan grandiosa batalla.
El la miró a los ojos,
ella bajó la mirada,
él le entrelazó su pelo
entre sus manos ajadas.
Ella tendió su cuerpo,
como una barca en el agua
él remó en el río
como en décadas pasadas.
El quedó glorioso
por esa gesta ganada,
ella estaba sonriente
en la cama relajada.
El bajó las escalas
ella quedó acostada
la luna le hizo un guiño
al héroe de la jornada.
El viento sopló muy fuerte
y...entró por la ventana
despertó al octogerario
del sueño solo en su morada.