Quizás tenga que echarle la culpa a la vida por arrebatarme el amor, pero no es así, fui responsable y sufro las consecuencias de no hablar con la verdad. A veces quisiera volver hacia atrás, para enmendar todos los errores que me llevaron directo hacia el abismo.
Pero me pongo a pensar, y me pregunto: ¿este es mi destino?, una pregunta que quedará inconclusa... mientras veo los soles y las lunas que pasan rápidamente y me lleno de melancolía. Y el silencio y la soledad proclaman el nombre que quedará inmortalizado en mis recuerdos. Así tanto como he aprendido, he echo oídos sordos a los llamados de la purificación del alma, pero aún así me decline ante una misteriosa fuerza que me poseyó y terminó destruyéndome. Mis ojos ya parecen una enorme tempestad, que diluvian y flagelan tristeza sobre mis llagas. Y cruzo ese umbral, donde la vida me espera... con un nuevo comienzo.