Alboradas en los cielos,
que llegan de madrugada,
de sueños que no son sueños,
sentimientos de mi alma.
Un fado desesperado
resuena en mi corazón
y los trinos de los pájaros
hacen coro en mi balcón,
donde las hojas se baten,
expulsando al frío invierno
y en aplausos se deshacen
al compás de vientos nuevos.
Alboradas que culminan
tardes y noches de fuego,
abrigando poesías
con las sábanas del tiempo,
con la colcha de mi vida
y la almohada de mis sueños.
Y allí estás tú en mi alborada,
la mujer que yo deseo,
echando leña a mi fuego,
en el horno de mi alma...
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