En una pieza cuadrada
barnizada por el humo
cuatro tablas como puerta
para que no escaparán
mis cuentos de niño adulto
un vidrio en la ventana,
donde la luna teñia
de brillante color el alma.
En escalera de árbol
subióse el niño al nido,
a ver si el zorzal tenía,
almohada para su cabeza,
y acomodara las alas
que en la mañana siguiente
hasta el prado lo llevaran,
trinando muy despacito
a despertar la alborada