Mientras escucho el suave canto de la noche,
Con al compas de las gotas de lluvia, me acerco,
Y escucho los susurros que brotan de tu alma,
De tu ser, que me pide me acerque a oír, solo,
Lo que brota de tu corazón y no sabes escribir.
Mas no se necesita letras, ni escritura, cuando,
Se empatan las almas, y con alegres voces,
Que solo mi ser enamorado escucha, a la lejanía,
A la vez que siento tus caricias, que prodigas,
Envuelven aterciopeladamente mi cuerpo y espíritu.
Y los sueños se añoran despiertos, para esas caricias,
Mañana por fin sentir, oh con ansias ardientes,
Espero el amanecer al lado de tu cuerpo entregado,
Sin prohibir ya, el poder gritar que entero tuyo,
Mi amor es por fin cubierto de las promesas cumplidas.
Y empezar a ver como el jardín por tanto tiempo,
Estuvo descuidado, ahora empieza a reverdecer,
Con la más bella flor, que abre sus pétalos y deja,
Que se impregne mi futuro de tu aroma emanado,
Y por fin el desierto acabe, y en tus brazos amanezca.