...
Y le robé un beso
dulce y pausado
a esa boca de ensueño
que dejó ardiendo mis labios.
Y en una caricia de luna
mi cuerpo tembló al rozarte,
sentí tus manos deslizarse en mi cintura
al perderme en la belleza de mirarte.
Sobre el piano me deshice suavemente
de la timidez disfrazada de deseo,
y besé con ansias el susurro que me hiciste
al oído de mi amor empapado en fuego...
al ir tocando sin prisa
el claro de luna sobre mi cuerpo,
lo hacías desnudez y dulzura
con la sangre encendida de tus dedos.
Y el mar azul tras la ventana
presenció el instante en que fuiste mío,
y en que nuestra respiración acompasada
se fundió en la melodía de un suspiro.
Me aferré a ti
y llegué a tu alma,
te encendiste en mí
y avivaste la llama
que prendía cada roce,
cada ardor, cada mirada...
me llevaste a la locura,
a la pasión derramada,
sobre el piano... nos amamos...
sobre la sinfonía nocturna,
sobre la partitura enamorada
que compuso nuestro amor
en la piel de la madrugada,
sobre el candor de nuestro delirio,
sobre un verso mío sin palabras
que se hizo beso enardecido
sobre la tibieza de tu espalda.
Ven a mí...
y sueñame así...
bebe de cada rincón de mi cuerpo
la fantasía con intensa sed de ti,
que atardece despacio en tu pecho
al hacer de las caricias nuestro latir.
Niño mío, bésame sin piedad...
desármame, devórame en un abrazo,
tiéntame con un goce de eternidad
amándome aún sobre el piano.
Si me elegiste para amarte
con tu boca pidiéndome más,
y yo aquí estoy...
y tú aquí estás...
tan dentro de mí,
tan dentro de ti...
Ven a mí... ¡y enloquéceme!
déjame aturdida con esa belleza oculta
de sentir la gloria de querernos,
y múerdeme la pasión saciada...
ya tus besos han caminado piel adentro
recorriendome entera, dejándome extasiada...
prisionera de amor entre las piernas
del frenesí con que te comencé a besar,
me desvelaste los sentidos prohibidos,
con tu dulce manera de amar,
magia fue sentirme flor entre tus dedos
al ser deshojada de poquito en tu mirar.
Sobre el piano...
derramamos un nuevo sueño.
Sobre el piano...
acaricié tu corazón...
los dos enredados, enamorados...
hasta ver nacer el sol.
Ceci Ailín