Observo el cielo, intacto, sigue siendo azul,
y yo tan pálida y cambiada por tu sombra.
Recreo mis pasos, veo los tuyos, no soy yo,
te siento dentro y todo es pleno y no me asombra.
Y no es tu esencia; y va tu ausencia a verme inerte,
como sabiendo que deseo que regreses.
Y no se agota tu presencia, es referencia de la suerte
del sol ajeno en el que a diario me amanece.
Y tengo un alma que te guarda en su baúl,
donde no hay nada más que sueños tras tu sombra...
Y observo el cielo y sigue siendo, intacto, azul,
y yo tan pálida, amando el cielo que te nombra.