No puedo tenerte cerca
cerquita como quisiera,
ni darte tu beso alado
besado como merezcas,
no tengo tu cara dulce
dulzura que a mi me tienta,
ni beberme tu tibio aliento
sorbiendo todas tus letras.
Sólo mi corazón prisionero
de las palabras tan limitadas,
sólo la luna lunera
para que te haga brillar la cara,
sólo un manojo de anhelos
entregados de a toneladas
a la mar que a oleaje acerca
a tus orillas, todas mis ganas.
Quién diría que podría
derramar en un papel el alma,
y heme aquí, empedernida
abriéndome el pecho para que salga,
quién diría que podría
quererte así, tan distante,
y heme aquí, escribiendo
porque no dejo de amarte.