Faz sensible, de sonrisa delicada,
Tú con tus señas encantadoras
Has sabido imponerte arrolladora,
Y curar con bálsamos mi alma lacerada.
¡Ah! Ojalá supieras que existo,
Y con febril pasión te adoro;
¿Cuánto fuego más debo dar arrojo
Para que, por ti, pueda ser visto?
Belleza sin parangón, gran hechicera,
Cuyo cuerpo bailotea al viento,
Con esos ojos y movimientos lentos
Que me devuelven a mis primaveras;
¡Pero no conoces mi ser!
Dolor me abruma, tristeza impera,
Y tú, con tus agasajos de fiera
A mí no me puedes ni ver.
Sin embargo eres mi faz añorada,
Dama dulce y por mí querida,
Caminas y brota tierra florecida
Pues tu faz, faro, anda iluminada.