Todas las noches
cruza mi puerta,
cual si fuera,
mi amante secreta
y le da la vuelta
a mi habitación
como una vigilante,
que va en sigilo
sin prisa, con paciencia
hasta atacar con sorpresa
y capturar su presa.
Yo la contemplo
muy calladamente
para no asustarla
y que me visite
la noche siguiente.