Parar es morir, pues creo que la muerte coge los parados, del celebro. El mío, está vivo y lleno de vitalidad, sé que es una muerte aparente, pero no la quiero.
Subo al monte, miro el valle florido en Primavera, se que son flores salvajes, pero son flores, por veces amarillas, lila, azul o blancas, qué más da, todos los colores son hermosos, lleno mi corazon, una dulce calma me coge, solo el canto de la brisa me acompaña.
Mi vida es igual, me paso a su lado bueno, el malo lo encierro en una caja, pues solo quiero vivir.
Lo que más deseo, es no hacer daño a nadie, sentir a mi alrededor todos felices, con mucha esperanza y que tengan la certidumbre que solo quiero su felicidad.
Quiero correr por los campos perfumados, sin pisar las flores, casi sin poner los pies en tierra, volar sin tener alas, pero ser tan leve, que no pese a nadie, que pueda tener mis brazos abiertos para abrazar, a quien amo y son muchos.
Quiero ser algo que se sienta y no se vea, que sin querer cuando piensan en mí sea con ternura y alegría, no quiero ser la discordia, ni tristeza. Quiero que sean el campo de flores, que sepan que no las voy a aplastar con mi voluntad, ni con mala fe.
Quiero que al monte suban conmigo, que vuelen sin alas, que sientan la brisa, de manos dadas caminando, para allá de la ceniza de la vida.
Comprensión, amistad, almas abiertas, sin segundos sentidos, es lo que hace falta en este momento, a todos.
Por veces llora mi corazon, nadie lo ve, pero llora y mucho, por no tener el don de demonstrar lo que son para mí.
Muy cerca está el momento de la llegada de las golondrinas, cierto son negras, pero son la Primavera, vienen anunciarla. Me gustaría tener un nido, en mi patio, verlas a llegar, con cuidado trayendo en el pico taquitos de barrio para hacerlo. También me gustaría ser flor que no marchitara, para alegrar a los demás.
No quería ser causa de disgustos para nadie, solo ser algo que hace falta, para sujetar, la felicidad de quien me acompaña en mis pensamientos a toda la hora.
Que mis palabras, sean música, que no lastimen, que sean comprendidas, que nunca, sientan algo de que pueda herir. Es un poco difícil, lo sé, pero cuanto daría para que lo entendieran y no tengan que arrepentirse más tarde de la injusticia de haberme interpretado mal.
En mi monte quedaré, mirando las flores, quien quiera me puede hacer compañía, hay sitio para todos.
En medio de las nubes, sé que mi Dios me observa, me acompaña y que nunca me abandonará, pues conoce mis pensamientos más profundos, a Él no puedo engañar y es lo que quiero.
Para alguien o algunos que no consiguen sentir mi cariño, les dejo esta adivina a ver si se reconocen.
Oporto, 15 de febrero de 2012
Carminha Nieves