A veces quisiera no pensarlo tanto
y sencillamente quemarme en tú fuego.
Ardiendo en tus llamas, hallar viejo encanto
y consumir mi alma, resurgiendo luego.
A veces quisiera mirarte a los ojos
y en sus manantiales consumar la espera.
Bebiendo en tus aguas saciar mis antojos,
humectar mi alma, con tú primavera.
A veces quisiera entonar un canto
y entre tiernas notas, emprender el vuelo.
Lavar de mi alma, éste cruel quebranto,
dejar la tristeza postrada en tú cielo.
A veces quisiera regresar los años,
hasta aquel instante cuando te perdiera.
Y entre mil sonrisas recordar regaños,
para que la ausencia no te retuviera.
Ahí es cuando al cielo, mis ojos levanto
y desde mis recuerdos transito tus huellas.
La luz de tú alma me envuelve en su manto
y mis noches sombrías trastocan en bellas.