El ruido del tambor vacío irrumpe en el silencio de lo cotidiano,
Una figura gruesa se desliza suavemente, el caos se aproxima,
Sus ojos se humedecen, su mundo agoniza la vida se esfuma,
El iris gris de sus vivos ojos luchan por llevarse la última imagen que no seria importante si no fuera la ultima,
En cuestión de segundos la dama temida saluda,
El cilindraje alto de la motocicleta ruje, un colapso total, el aire se va… el motociclista huye.
Minutos antes en un barrio olvidado,
Donde el hambre ronda, donde la alegría no existe,
El escapulario bendecido en su primera comunión se cuelga en el cuello tenso del asalariado del día,
La bendición de la madre despide al joven hijo que se va a trabajar para ganarse la vida,
Pobre el sicario hasta el madruga a ganarse el pan del día.
Que he hecho pregunta el muerto,
Porque me disparas y por que cobras tanto por la muerte, que a mi familia dejas,
Me caigo me voy y tú muchacho de barrio con el escapulario bendito,
Te subes a la motocicleta luego de terminar con el encargo.
Sicario, te llaman unos, yo te digo verdugo pues te llevaste el aire,
Y así vas por el mundo regalando muerte,
Pobre muchacho de barrio humilde que no pudo elegir ser Doctor de la vida pero si sicario,
En las noches frías no sientes el impacto pero tu sicario estás muerto,
Aunque contestas el teléfono de la esquina para seguir trabajando