“He dejado mi lápiz
sobre el papel tapizado de lunas,
sereno y algo arrugado espera
que aparezcas en la escritura.”
Es lunes,
día de trabajo,
ya sabes,
la gente corre y acaso
solo se para a preguntar algo
muy tonto, muy vano.
La gente es gente
en las capitales,
la gente se cierne
y olvida muy rápido.
La gente no se detiene
a mirarnos.
En las capitales
yo soy un número,
uno más o uno menos
igual que aquellos
y como tal
hoy lunes
sombrío me desplego
en el desolado paisaje
de una plaza
deshojado
en cuatro calles,
la soledad en el centro
y alrededor el sol,
el otoño
y los fríos bancos.
(Y nosotros tan lejos,
tan idos
que resulta simpático
hablar de aromas,
encontrarnos…)
He dejado mi lápiz
que fluya muy loco
y algo enamorado
trascribiendo
una amiga desconocida,
un dulce garabato
entre tanto amargo,
unas pequeñas líneas,
una muralla
que separa mi alma
de sus ojos tristes,
de la magia
de tantos lugares.
He dejado
que el viento sople,
que se escurra por el laberinto
de mis idas y venidas,
se trepe
y desvanezca realidades
se duerma en un pasillo
y despierte
en alguna esquina,
en mis manos,
en el bosque de mis sueños
soplando un coro de ángeles,
sobre las ramas
cantándome las imágenes
que ni siquiera mi mente
con todos sus recuerdos imagina
y sin embargo te trajo