Las manos contraídas, los músculos que tiemblan;
la fiebre que me abrasa la sangre en las arterias;
el corazón de pronto que apura su latido,
la mente que delira, mil cosas sin sentido.
Dolores muy profundos, alcanzan hasta el hueso,
y bañan mis mejillas dos lágrimas de fuego;
nadie puede explicarse porque esto me sucede;
aunque ven que de a poco el alma se me muere...
Es que estoy muy enfermo, porque te quiero tanto,
y mi cuerpo es un grito que dice que te extraño,
que el único remedio, lo tienes en tus labios,
y el néctar que resuman, será mi vulnerario;
si como un cataclismo que parte el universo,
me regresa a la vida, la magia de tus besos...