- Señor, entiende, es lo único que te pido
- Pero si te he dado todo como a los demás
- Pero mi caso es distinto y tú lo sabes
- No puedo, en realidad sería un acto de preferencia
- Nada de esos Señor, sé que eres justo
- Es difícil para mí parcializarme
- Pero Señor, te lo suplico, es la única manera de que pueda sobrevivir
- Está bien, cumpliré tu petición
- Gracias Señor, sabía que cuando acudieras a tu buen juicio, terminarías dándome la razón
- Pero para cumplir tu petición debes hacerme una promesa
- Cual señor, estoy dispuesto a prometer cualquier cosa con tal y accedas a mi petición.
- ¡ No debes decirlo a nadie!! Ningún animal volador habrá de saber cómo lo haces, pues todos intentarán hacerlo y entonces el espacio se volvería un caos
- No temas señor, ¡prometido! De mi parte nadie lo sabrá
- Ya sabes, es una promesa entre los dos, pero ten cuidado, no vaya a ser que un día cualquiera, sin querer abras el pico y sueltes la lengua y todos sepan como conquistaste el espacio aéreo.
- No temas Señor… Promesa de Colibrí
Y así termina la historia, cuando el Creador dotó a los colibríes del don de volar hacia atrás; y ellos han cumplido su promesa durante miles de años, y han seguido conquistando los espacios aéreos causando asombro y admiración en todos los seres vivientes de la tierra.
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