Llueve con fuerza en el río,
con el llanto de los cielos.
Un ángel juega conmigo,
mostrándome su pañuelo.
Pero yo no tengo lágrimas,
se fueron con estas aguas,
llenas de sal, solitarias
a los mares de tu alma.
Arribaron a tu isla,
mezcladas entre las olas
y tan sólo una sonrisa
las convirtió en bellas rosas.
Rosas que en ojos lejanos
brotaban desde el dolor,
pues quererte y no tenerte
eran espinas sin flor.
Aunque hoy lloran los cielos
porque tú no estás aquí,
soy feliz… soy jardinero
de rosas en tu jardín.
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