Y ellos, entre sobrias trazadas ríen palabras,
y cantan parrafos que entrecruzan odio y amor.
Llenos de letras paridas entre influjos,
ellos, recitan pisadas.
Con la pasión que conlleva toda vida
puesta sobre la mesa, desbocada.
*** *** ***
Recuerdo libros...
y quiero acordarme.
De sus sueños e ilusiones,
dramas y pasiones quiero empaparme.
Grandes libros que se escribieron,
renunciando al mismo tiempo,
aferrados al estoicismo para poder ser,
padres de todos e hijos de nadie.
Y escogieron dar cobijo siendo:
huerfanos del olvido,
acompañantes de viaje que recitan verdades,
versos esparcidos por doquier,
por cualquier paraje.
De estos libros cuales reposan dócilmente erguidos (esperando)
o seducen tiernamente a la negrura de un rincón (acostados)
guardados en una caja de cartón
o en un cuadro de madera,
en el cajón que les sirve como lecho.
Y pacientes esperan...
ser deletreados aguardan.
A la mano del lector esperan,
abundando en experiencias,
sollozando tinta ¡encerrados!
tristes por estar olvidados
tras sus rejas de tapa recia.
De ellos, aquí,
como vida vivida, y a su vez,
vida por vivir que son...
quiero acordarme.
Ellos existen por el golpeo,
de corazonadas que estuvieron
de la vida esquivas o enamoradas,
sentadas complacientes
o prestas al suicidio, ladeadas.
Pero fueran como fueran fueron
fieles seguidoras de ésta...
vida aguda, punzante,
vida agitada o serena,
¡provocadora!
de la pisada.
Vida, que solicitas al pie para que persiga a otro pie,
allá... allá donde vaya;
aunque no lo quiera.
Vida, mácula tras mácula permites,
que la tinta impregne la parte,
aún hoy, virginal,
del árbol arrancado que fue,
antes, inspiración,
y que concedió su luz y la sombra,
para comulgar con el alba.
318-omu G.S. (BCN-2012)