Desde lo alto del cielo,
en una sábana de terciopelo,
refulgen sentellantes las estrellas.
Ojos plateados teneís,
trasnochadora la aurora,
salpicada de lágrimas de rocio,
que en cada verano tú me miras nacer.
Al lleegar el amanecer,
magnificas han de morir,
son como diosas eternas,
anque pases los siglos,
ellas seguiran naciendo cada anochecer.
Así de hermosas son las enigmáticas estrellas,
que viven en el infinito firmamento,
y son ellas la inspiración de todo poeta.