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RECUERDOS del ALMA

RECUERDOS del ALMA:

 

Cuantos recuerdos despiertan de su letargo ante mis ojos, mirándome al espejo, creyendo que estabas dentro observándome fijamente con tus expresivos ojos verdes, vestida de blanco como te gustaba estar con tu color favorito, extendiéndome los brazos, dibujando en tus labios de rosa la más bella sonrisa jamás vista por mí, querías impresionarme y lo lograste sin esforzarte mucho y agitabas tu cabello de oro suelto al viento, llamándome con tus manos, sin tener que pronunciar palabra alguna, para que acudiera sin pensarlo dos veces a mi amada como así fue, después de restregarme los ojos llorosos, pero al primer contacto de mi mano temblorosa, tropezó con la pared y se rompe, cortándome algunos dedos, cayendo los pedazos embarrados de la tibia sangre al frio piso, formando tras su aterrizaje la imagen de tu angelical rostro en cada resto del susodicho y nombrado espejo, aunque era algo borrosa manchada del fluido, tu querida imagen, pero a pesar de todo, estaba ahí, presente, mirándome por última vez, antes de desaparecer para siempre de mi vista, quedándome ahí parado en el sitio, observando con suma tristeza, cómo se había desvanecido en un instante, por desgracia de la caída, la visión hermosa de ese gran amor, que fue largamente recordado, sobre un charco de sentimiento que yacía desparramado en ese duro piso de la sala, donde finalmente se le unió tanta sangre que continuaba saliendo y cayendo de mis dedos, escuchando solo a esa hora de la madrugada un lamento aunado a los latidos de un adolorido corazón olvidado...,

 

Cuantos recuerdos despiertan de su letargo ante mis ojos, pero como se ha de esperar, lo bueno suele durar poco, donde el sufrir será eterno y mas, si por un momento de paz un detalle le hace bien a un alma en pena, que solo quiso amor, para poder reflejar su luz en los ojos del ser amado, dándole un beso en sus labios, diciéndole buenos días, musitándole suaves palabras dulces al oído, por el despertar de una sincera ilusión, tomándole las manos junto con las mías, efusivamente, para llevándolas al pecho, al abrirlas, contempláramos el renacer de la flor, por vida y del amor añorado.   
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Sergio Yglesias García
Caracas, 16/02/2012 10:30 PM.