Era media noche,las luces apagadas,
sin hacer ruido, dormitando, me mirabas.
Un ramo de gardenias en la mesa dejabas ,
en la tarjeta decía… cuánto tú me amabas.
Cuando abrí los ojos era ya de madrugada,
me di cuenta que así era…el gallo cantaba,
un sol esplendoroso entró por la ventana,
acariciando con sus rayos mi piel de porcelana.
Una inmensa alegría invadió todo mi ser,
sentí la sangre correr, por mi faz, ruborizada.
Fue tanta la emoción que sentí desfallecer,
mi corazón se aceleró, muy de prisa palpitaba.
Acompasando el reloj, que las horas marcaba,
escuché una melodía de tu voz grave, afinada…
Entonces me sentí tan feliz y transportada,
a un edén tropical donde hallé tu mirada.
Sentía una caricia suave como la brisa,
eran tus manos que me acariciaban,
arrancaste de mis labios de grana, una sonrisa,
seguía enamorada y por nada me cambiaba.
Una fortuna muy grande yo atesoro,
a mi vera no se arrima la pobreza,
tengo todo lo que en la vida añoro.
¡Tenerte a ti es mi mayor riqueza!
¡Si tú estás en mi vida…
no tendré flaquezas!
Felina