Yo me miré llorando, frente a un espejo burlón,
Que reflejaba mi rostro, en perversa situación.
Pero a pesar de ser frio, me dijo no seas cobarde,
Ten coraje, toma fuerzas y lucha como un león.
Entonces yo lo abracé, y le dije” muchas gracias,
Siendo tan inerte y frágil, tú tienes mucha razón;
Pero comprende que un hombre, cuando derrama su llanto,
No es el hombre quien lo hace y sino su corazón”
Enseguida di la espalda, hacia el espejo hablador,
Y dirigí la mirada, buscando de frente al sol;
Entonces vi en sus rayos, la imagen del Dios divino,
El que controla mi vida y dispone mi destino.
Me arrodille, yo me hinqué sobre la tierra, dije “OH, mi Señor”’
No me olvides soy tu hijo, como te he olvidado yo;
Pon tu mano poderosa, esa que es tan milagrosa,
Y no me dejes te lo ruego a solas con mi dolor.
Copyright "©" Derechos Reservados 2011
José Miguel (chemiguel) Pérez Amézquita