“Si mi voz muriera en tierra
llevadla al nivel del mar
y dejadla en la ribera.”
(Rafael Alberti)
A ti, poeta que vistes hoy traje de marinero,
ése que tu madre muy bien guardaba,
celosa siempre de la mar salada.
Traje que tu madre guardara
para que tú no buscaras nuevos cielos,
para que tu casa nunca abandonaras;
mas un destino fiero
te empujó a tierras extrañas.
Y así fuiste paloma, con el miedo
en tus espaldas, de estar equivocada…
¡Ay, mi poeta de sufrido verso,
dejaste que la hermosa mar te embrujara!
Hiciste de ella, caballero, tu enamorada
y a ella, sin dudarlo, entregaste tu cuerpo…
Y hoy, vestido tú de marinero,
en no importa qué playa gaditana,
duermes feliz sobre la arena blanca
tras depositar en esa tu amada
un beso eterno, sin límite de tiempo;
de coplas y cantos, pleno;
y también, de exiliados silencios…