Puedes llegar amor a desasfixiarme,
mientras yo me trago la pena
para dar aire a mis pulmones.
Que el tiempo ha sido confidente
de los días miserables
en esta alma desgraciada;
de las primaveras que se marchitaron
cuando esperaban el despertar
de lo que son mis anhelos.
Puedes venir a escuchar
la sintonía de mis males,
a desafiar una rabia inerme
que se oculta mientras te veo.
Puedes incluso regalarte
a la pasividad de este ensueño,
o a la sensatez de este deseo,
o a la caricia;
al rito mágico
de esperarme en tu cama
mientras yo te despierto a las nueve.
Puedes hacer eso,
y yo puedo esperarte
al mismo tiempo que envejezco.
Y en tanto que llegas,
con el acento dulce,
voy a coleccionar
cada una de mis tristezas;
las voy a depositar
en una cajita de recuerdos,
donde ya tengo tu primera sonrisa
y un pedacito de cabello robado.