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EN LA ALCOBA DE TUS BESOS
1
La noche por fin apura
esos últimos momentos
en que la quiebran los vientos
donde, infeliz, se apresura.
Y la luz se hace blancura
y es razón de mi dolor,
si, en la alcoba de tus besos,
vuela alegre el ruiseñor.
2
Porque las altas mansiones
de las sombras, derrotadas,
apartan las alboradas,
alcanzando sus bastiones.
Y separan corazones
que se llenan de fervor
si, en la alcoba de tus besos,
vuela alegre el ruiseñor.
3
Y aunque corra la mañana
y arda su luz poderosa,
donde puede, luminosa,
desperezarse temprana,
serás reina soberana
más allá de su color,
si, en la alcoba de tus besos,
vuela alegre el ruiseñor.
4
Y aunque encienda los cordales
y los montes con sus brillos
el sol desde sus castillos
sobre escarchas invernales,
dichoso, tras los cristales,
seré, teniendo tu amor,
si, en la alcoba de tus besos,
vuela alegre el ruiseñor.
5
Y, en la blancura inocente
de las sábanas del lecho,
cruzando el amor el pecho
con su llama incandescente,
me arrastrará tu corriente
con poderoso fragor,
si, en la alcoba de tus besos,
vuela alegre el ruiseñor.
2011 © José Ramón Muñiz Álvarez