Te dejo mi alegría al despertarte
en la brevedad de nuestra fantasía
te dejo aquella dicha que se fue haciendo mía
en medio del sueño que inventaste.
Te dejo mi música y mis rosas
mis cigarros
mi perfume
mi café
te dejo la magia de una historia que no fue
y el espacio que ocupaste
entre otras cosas.
Te dejo mis mensajes sorpresivos
mis travesuras en las tardes otoñales
mi hablar desordenado
mis rosales
y el verso final de este poema que no ha sido.
Me llevo a cambio tus silencios y sonidos
llenos de tus sonrisas fascinantes
me llevo aquellas
tus miradas anhelantes
y aquellos
tus abrazos confundidos.
Me llevo nuestros viajes compartidos
las carencias
y los juegos que inventamos como niños
te dejo a cambio un poco de cariño
para que te duela un poco más mi ausencia.
Y te dejo finalmente aquella melodía
que cantaron nuestros cuerpos una madrugada
a cambio
no me llevo casi nada
sólo la huella que grabaste en mis días.
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