Había una vez un fantasma
Que quería ser escritor
Que en vida no había sido más que un sopor.
Con una pluma fantasma
Dibujó un corazón
Pretendiendo encontrar un alma y una razón.
En un papel fantasma
Dejó su huella de amor
Esperando darle en el gusto a algún lector.
En una pared fantasma
Puso su creación
Pero todo el mundo pasaba y nadie la vio.
En esa ciudad fantasma
Si algo tenía color
No era bien recibido sin un favor.
Así fue como el fantasma
Blanco como el algodón
Se fue volviendo fantasma sin solución.