La infancia sepultada
y la niñez a los veinte
los colores del amor
las indumentarias,
que a cuadros te llevaban
la vida a cuadritos
pedazo por pedacito
el arenado de tu jean.
la guitarra un cojín
donde poner la vida
la garganta: loba herida
la voz de un huracán.
Amapolas de lo trivial
en tu caja de corazón
un celo de violación
donde los pies humedeces,
bajo la tristeza tus peces
el azul de tus ojos
cada parpadeo un cerrojo
cada mujer una vaca.
Delgado como una rama
que quiso crecer feliz.
cantando como felino
que ruge contra el publico
mostrando el bello púdico
triste de estar triste.
el bermellón de tu cabello
y su animo de faceta
tus notas de bicicleta
en la vagoneta de la muerte.
Hachero de confianza
playboy para las feas
lagrimón en semi-corchea
obituario del género.
no dejes llegar el fuego
ni le quites la mirada
una bala es una bala
cualquier final te deja tieso.
Que de noche con tu voz
me dejo el miedo
en los zapatos
menudo par de gatos
con el litio y la razón.
Blas Roa