Una brisa suave que proviene de una nube con forma de rostro de anciano, me hace abrir los ojos.
Me encuentro desnudo tumbado bajo un manzano y a mi lado una bellisima joven desnuda,
nos miramos a los ojos y la atracción resulta irresistible.
Mis labios se posan en los suyos sin mediar palabra, cierra los ojos y el deseo irresistible que me embarga, me hace viajar hasta dos guindas que desafiando la ley de la gravedad, apuntan hacia el cielo.
Tomo una con mis labios y juego con la otra con las yemas de mis dedos hasta provocarle un gemido de placer. Mis labios siguen el camino de su paraíso y sus piernas se separan, lo rodeo para darle pequeños besos en el interior de los muslos haciéndole estremecer de placer.
Me atrae con impaciencia hasta su boca y sin dejar de besarme, fundimos nuestros cuerpos en el primer baile que contempla el paraíso. Cuando exhaustos nos tendemos de nuevo contemplando el cielo tomados de la mano, las manzanas se nos presentan tentadoras ante nosotros y tomando una la muerdo y se la doy sin miedo al castigo. Dios generoso por contemplar tanto amor en esa entrega, cierra los ojos, sonríe y nuestros descendientes, jamas fueron castigados y la humanidad vivió sin llanto y quebrantamiento de las almas...
Dios infinito del cielo
que a la mujer creaste
para ser mi gran consuelo
mi alegría y baluarte
con el que llego hasta ti
para alabarte y honrarte.
Dios de la misericordia
que el amor en mi plantaste
para cumplir con amor
este amor que me dejaste
para plantar la semilla
en el vientre de mi amante.
Dios de máxima bondad
que por comer de tu fruto
no me vas a castigar....
por que no hay fruto prohibido
cuando se ama de verdad
y en este amor que me diste
no hay pecado original...
Ángel Reyes