Desataste los nudos que unian nuestras manos,
te esfumaste como espuma en un riachuelo,
volaste como las aves por el cielo despejado,
te escurriste como agua entre mis dedos.
Te apagaste como el fósforo al soplar el viento,
te fuiste mar adentro para luego morir ahogada,
y ni las olas te trajeron de regreso.
¿Dónde estás inspiración?
que no te he visto
¿Dónde estás inspiración?
que te he perdido
¡Dónde estás inspiración!
que no te encuentro.
Mis pies seguirán andando,
tal vez al doblar la esquina,
cuando mis alas abracen el viento,
al sacudir la sábana blanca,
por arte de magia aparezcas.
Cuando el alba despunté un nuevo día,
cuando los capullos de aquel rosal florezcan,
cuando llueva y me invada
la fragancia con olor a barro,
cuando el arcoíris haga acto de su presencia
tal vez, tal vez aparezcas.
Y cuando aparezcas,
cuando te arrulle
nuevamente entre mis brazos,
cuando te asomes
nuevamente a la punta de mis dedos,
cuando seque estas lágrimas con
el pañuelo de tu regreso
entonces, sólo entonces,
volveré a escribir un poema.
(Anita Silva)