A Margarita
No es fácil vivir con el corazón abierto
a dos mil kilómetros de donde duermes
cargando el sinsabor de los días
Amando lo que hay de bueno en éste país:
los rostros, las calles, las estrellas
y tu recuerdo
los días se vuelven interminables
llenos de incertidumbre cada mañana
donde mi herida se abre nuevamente
al escuchar el testimonio de tus penas
Dispusimos clausurar el suplicio
y nos sorprendió la dificultad
agazapada y acribillándonos a carcajadas
Hoy pongo mi nostalgia en ti, mujer,
y la razón fiel a nuestra causa,
porque si no, los caminos permanecieran
callados…, silenciosos
sin escuchar una palabra tuya
ni pronunciar para ti un verso.