Adorné el silencio con tu nombre, y entre tanto juego, me enamoré.
Para estar lleno de eternidad y de sufragios.
Fallé de tanto en tanto, y atento a tu regreso, me hallé feliz.
Ahora no sé cómo vivir sin ello, pero sé coexistir con mi universo;
que como tuyo y mío es, será tan eterno como dure nuestro eco.