Díjose de dos hombres,
Que sobre raro tema hablaban en vilo,
Con semblantes serios y mucho sigilo,
Conversaban entre sí. Uno dijo:
<<Pues es un caso cuyo nombre
Me produce ira de fiera,
Mientras pasaba yo por la ribera,
Vi a la bestia que mi ira debiera…
Cruel era el ser, de lo peor,
Y le profesaba desdén de mejor;
Y bien hacía con tal obra,
Pues la criatura, vileza y escoria
Procuraba a todo daño y dolor>>
Monologaba así, de veras,
Con genuflexiones y arrebatos feos,
Enseñando en furia entera
Extirpando el odio y el deseo.
El otro, divertido, decía por lo bajo:
<<Odio de éste tipo lo que goza,
Es terrible tener tan mal trabajo
Y vivir en tan horrible choza…
Le compadezco todo al camarada,
Quien cree tener todo y no tiene nada;
Proveerle más dinero es preciso,
Para que el ciego pueda dar aviso
Y conseguir labor con mejor jornada>>.
Así monologaban los señores,
Cada quien por su lado y su razón,
Entre verdades, mentiras, dolores,
Padeciendo certeza, tristeza, desazón.