Vegetaba sin propósito fijo
lo intrascendente podía constituir objetivo
para no darse el lujo de medir sus vacíos
había hecho de la soledad rutina
y de la rutina bandera
había dejado de quejarse hacia mucho
y de luchar
mucho más.
Un día la vio
no era realmente hermosa
pero nunca supo por qué
se quedó preso en su sombra
tal vez su sonrisa
tal vez esa aura de seguridad que la envolvía
tal vez ese modo de expresarse que involucraba todo su cuerpo
lo cierto es que le cerró contrato a las costumbres
y se vistió de novedad.
Oportunidad y circunstancias se dieron cita
y más de un amanecer los sorprendió
piel con piel
el orden se perdió de sus rincones
y el silencio conoció de sus voces
las calles se aprendieron sus huellas
el tiempo empezó a tejer planes
y cuando por fin la historia inscribía sus nombres
ella
simplemente
dijo adiós.
Lo que más le duele
no es el regreso del silencio
- ahora mucho más callado que antes -
ni siquiera ese orden riguroso de su mesa de noche
lo que más le duele
es que ni siquiera era hermosa.
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