Tus pestañas de seda
susurran tiernamente
la dulzura azul y eterna
de tus ojos tan suaves
acurrucados en el hueco
de mis sueños errantes
y de mi esperanza palpitante
en mi corazón, prisionero de ti
bajo el firmamento infinito
del amor que olvida el tiempo
y que cae como la lluvia
de la pupila del cielo