Mientras pienso en la vez primera,
que dejaste la estela,
de tu perfume a tu paso
por doquier,
al posar tu mirada de vergüenza
sobre mis ojos,
comprendo porque el amor
para mi solo tiene una palabra,
…Mujer y Niña a la vez,
sosiego y razón de mi vida,
sentí que estar junto a ti,
me haría el más feliz
de los mortales.
Cuando convertida en mujer
siendo niña,
porque el amor toco tu puerta,
pensaste morir por ese sentimiento.
Como invadido en un
desenfrenado ímpetu,
recogí tu primera
sonrisa de ilusión,
mas tentado por tu
belleza subliminal,
tomé más de lo que
en ese momento,
me obsequiabas,
de nuevo vivo,
ahora tras mil horas,
de amor y lucha,
¡Oh! Mi niña
te convierto en mi mujer.
Convertidos en ese instante
en dos amantes,
a pesar de la diferencia
y sin prejuicios,
sin importar,
solos en la inmensidad
del mundo.
Rozando la miel semidulce
de tus apremiantes labios,
aún no visitados
por hombre alguno,
pienso y siento que fueron
hechos para mi,
sin saber tan siquiera
donde estoy.
Pleno de dicha,
he encontrado lo que
lo que hace tanto tiempo
llevo anhelando,
sutil manera de llegar
a mi vida, dándole sentido,
razón y esperanza,
porque estando a tu lado
he comenzado de nuevo
a vivir,
ahora tras mil horas
de amor, ¡oh! mi niña,
te convierto en mi mujer.
Cuando tomo tu mano,
conozco el amor
y sé que mientras las
tenga entre las mías
a tu lado yo estaré.
Sublime susurro el de tu voz,
acaricia mi cuerpo,
enervándolo en éxtasis de
deseo desenfrenadamente alocado
queriendo poseer tu alma y razón.
Tu cuerpo de ardoroso fuego,
obliga a mi alma,
a refugiarse tras el misterio
obscuro de tus ojos,
deseosos de dar
placer a mi infantil corazón.
Hoy hace ya tanto tiempo,
cuando eras niña y
mujer a la vez,
te diste toda,
en ese instante convertidos
en amantes,
se agigantó nuestro
eterno amor para siempre.
Reservados todos los derechos de autor:
Carlos Dos Santos Daniel